El silencio habla - Eckhart Tolle

Tolle
  
“Cambia la forma de ver las cosas y las cosas cambiarán de forma”


  
La esencia del mensaje de Eckhart Tolle es fácil de entender: cuando conectamos con la quietud interna,vamos más allá de nuestras ajetreadas mentes y emociones, para descubrir grandes profundidades de paz duradera, alegría y serenidad.   
  
En tu mente pueden surgir muchos tipos de pensamientos. Pueden ser repetitivos, ruidosos, narcisistas… Estos reclaman tu atención diciéndote: «mírame».
Pero existe otro tipo de pensar que nos dice: «mira más allá de mí». Como son pensamientos que han surgido de la quietud, tienen poder: el poder de llevarte a la misma quietud de la que surgieron.
Cuando conectamos con la quietud interna vamos más allá de nuestras ajetreadas mentes y emociones, para descubrir grandes profundidades de paz duradera, alegría y serenidad.
Esa quietud también es paz interior, y esa quietud y esa paz son la esencia de tu Ser. Es la quietud la que salvará y  transformará el mundo.
 

SILENCIO Y QUIETUD
   
Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.
Tu sentido más interno de ti mismo, tu sentido de quién eres, es inseparable de la quietud. Ese es el Yo Soy que es más profundo que el nombre y la forma.
El equivalente del ruido externo es el ruido interno. El equivalente del silencio externo es la quietud interna.
Cuando quieras que haya silencio a tu alrededor, escúchalo. Esto significa que, simplemente, has de darte cuenta de él. Préstale atención. Escuchar el silencio despierta la dimensión de quietud dentro de ti, porque sólo la quietud te permite ser consciente del silencio.
Estás presente. Has salido de miles de años de condicionamiento colectivo humano.

Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse en ellos.
¡Qué quietud manifiestan, qué profundamente enraizados están en el Ser! Permite que la naturaleza te enseñe la quietud.

Cuando aceptas profundamente este momento tal como es —tome la forma que tome—, estás sereno, estás en paz.

La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas.

Evgeny Kuklev_1

  
MAS ALLÁ DE LA MENTE PENSANTE
   
La condición humana: perdidos en el pensamiento.

La mayoría de la gente se pasa la vida aprisionada en los confines de sus propios pensamientos. Nunca van más allá de un sentido de identidad estrecho y personalizado, fabricado por la mente y condicionado por el pasado.
  
La corriente de pensamientos tiene una enorme inercia que puede arrastrarte fácilmente. Cada pensamiento pretende tener una gran importancia. Quiere captar toda tu atención.
He aquí un ejercicio espiritual que puedes practicar: no te tomes tus pensamientos demasiado en serio.

La mente humana, en su deseo de conocer, entender y controlar, confunde sus opiniones y puntos de vista con la verdad. Dice: así son las cosas. Tienes que ser más amplio que el pensamiento para darte cuenta de que tu manera de interpretar «tu vida», o la vida o conducta de otra persona, cualquier manera que tengas de juzgar una situación, no es más que un punto de vista, una de las muchas perspectivas posibles. No es más que una cadena de pensamientos.
Pero la realidad es una totalidad unificada donde todas las cosas están entrelazadas, donde nada existe en y por sí mismo.

La sabiduría no es un producto del pensamiento. El conocer profundo, que es la sabiduría, surge en el simple acto de prestar toda tu atención a alguien o algo.
La atención es la inteligencia primordial, la conciencia misma. Disuelve las barreras creadas por el pensamiento conceptual, lo que nos permite reconocer que nada existe en y por sí mismo. La sabiduría cura la separación.

¿Cuál es el error básico? La identificación con el pensamiento. El despertar espiritual es el despertar del sueño del pensamiento.

Los dogmas —religiosos, políticos, científicos— surgen de la creencia errónea de que el pensamiento puede contener y encerrar la realidad o la verdad. Los dogmas son prisiones conceptuales colectivas. Y lo extraño es que la gente ama la celda de su prisión porque le da sensación de seguridad, una falsa sensación de «yo sé».
Nada ha causado más sufrimiento a la humanidad que sus dogmas.

La mente existe en un estado de «nunca tener suficiente».
 
El reino de la conciencia es mucho más vasto de lo que el pensamiento puede entender. Cuando dejas de creerte todo lo que piensas, sales del pensamiento y ves con claridad que el pensador no es quien tú eres.

Cuando te identificas con la mente, te aburres y te inquietas fácilmente. El aburrimiento significa que la mente tiene hambre de nuevos estímulos, de más alimento para el pensamiento, y que su hambre no está siendo satisfecha.
  
Ser «una persona aburrida» no es tu identidad esencial. El aburrimiento, simplemente, es un movimiento interno de la energía
condicionada. Tampoco eres una persona enfadada, triste o temerosa. El aburrimiento, el enfado, la tristeza o el miedo no son «tuyos», no son personales. Son estados de la mente humana. Vienen y van.
Nada de lo que viene y va eres tú.
«Estoy aburrido»; ¿quién sabe esto?
«Estoy enfadado, triste, atemorizado»; ¿quién lo sabe?
  
Tú eres el conocimiento, no el estado conocido.

Los prejuicios de todo tipo implican que te sientes identificado con la mente pensante. Significar que ya no ves al otro ser humano, sino únicamente tu propio concepto de ese ser humano. Reducir la riqueza de vida de otro ser humano a un concepto es en sí mismo, una forma de violencia.

El paso siguiente en la evolución humana es trascender el pensamiento.
  
Actualmente es nuestra tarea más urgente. Esto no implica dejar de pensar, sino dejar de identificarse completamente con el pensamiento, dejar de estar poseídos por el pensamiento.

Evgeny Kuklev_2

 
EL YO SEPARADO
 
La mente busca alimento incesantemente, y no sólo para el pensamiento; está buscando alimento para su identidad, para su sentido del yo. Así es como el ego (el yo separado) viene a la existencia y se recrea continuamente a sí mismo.

Cuando piensas o hablas sobre ti, cuando dices «yo», sueles referirte a «yo y mi historia». Éste es el «yo» de lo que te gusta y de lo que te disgusta, de tus miedos y deseos, el «yo» que nunca está satisfecho por mucho tiempo. Es un sentido de quien eres creado por la mente, condicionado por el pasado y que trata de encontrar su realización en el futuro.

Cuando cada pensamiento absorbe tu atención completamente significa que te identificas con la voz que suena en tu cabeza. Esto es el ego, el «yo» creado por la mente. Este yo fabricado por la mente se siente incompleto y precario. Por eso el temor y el deseo son sus emociones predominantes y sus fuerzas motivadoras.
  
Cuando reconoces que hay una voz en tu cabeza que pretende ser tú y que nunca deja de hablar, estás saliendo de la identificación inconsciente con la corriente de pensamientos.
Cuando notas esa voz, te das cuenta de que tú no eres la voz —el pensador—, sino quien es consciente de ella.
La libertad estriba en conocerte a ti mismo como la conciencia que está detrás de la voz.

El ego siempre está buscando. Busca añadirse algo más de esto o de lo otro para completarse.
Esto explica su preocupación compulsiva por el futuro.

Cuando vives a través del ego, siempre reduces el momento presente a un medio para un fin. Vives para el futuro, y cuando consigues tus objetivos, no te satisfacen, o al menos no por mucho tiempo.
Cuando prestas más atención a lo que haces que al resultado futuro que quieres conseguir con ello rompes el viejo condicionamiento del ego.
Entonces tu hacer no sólo es mucho más eficaz, sino infinitamente más alegre y satisfactorio.
  
La envidia es un derivado del ego, que se siente disminuido cuando a otra persona le pasa algo bueno, o cuando alguien tiene más, sabe más o puede hacer más que tú. La identidad del ego depende de la comparación y siempre quiere más. Se agarra a cualquier cosa.
En tus tratos con otras personas, ¿puedes detectar ligeros sentimientos de superioridad o inferioridad hacia ellas? Lo que estás viendo es el ego, que vive de la comparación.

¿Albergas sentimientos de culpa respecto a algo que hiciste —o dejaste de hacer— en el pasado?
Lo cierto es que actuaste de acuerdo a tu nivel de conciencia, o más bien de inconsciencia, de aquel tiempo. Si hubieras estado más alerta, si hubieras sido más consciente, habrías actuado de otra manera.
La culpa es otro intento del ego de crear una identidad, un sentido del yo.

«Cuando el yo desaparece, desaparecen los problemas», dijo el maestro budista cuando le pidieron que explicara el significado profundo del budismo.

Evgeny Kuklev_3

 
EL AHORA
   
Cuando se mira superficialmente, parece que el momento presente es uno entre muchos, muchos momentos. Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de momentos en los que ocurren distintas cosas. Pero, si miras más a fondo, ¿no hay siempre un único momento? ¿No es la vida siempre «este momento»?

La división de la vida en pasado, presente y futuro es obra de la mente y, en definitiva, es ilusoria. Pasado y futuro son formas-pensamiento, abstracciones mentales.
El pasado sólo puede ser recordado Ahora. Lo que recuerdas es un suceso que tuvo lugar en el Ahora, y lo recuerdas Ahora.
El futuro, cuando llega, es un Ahora. De modo que lo único que es real, lo único que llega a tener existencia, es el Ahora.

  
Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es Ahora.

Cuando te haces amigo del momento presente, te sientes como en casa dondequiera que estés. Si no te sientes cómodo en el Ahora, te sentirás incómodo dondequiera que vayas.

No se trata de decir: «Ya no me ocupo de las cosas porque sólo existe el Ahora.» No. Empieza por encontrar lo que es más importante y haz del Ahora tu amigo, no tu enemigo. Reconócelo, hónralo.
Cuando el Ahora es el fundamento y el núcleo principal de tu vida, ésta se despliega con facilidad.

¿Tratas este momento como si fuera un obstáculo por superar? ¿Sientes que lo más importante es llegar a algún momento futuro?
Casi todas las personas viven así la mayor parte del tiempo. Como el futuro nunca llega, excepto como presente, es un estilo de vida disfuncional. Genera una continua corriente subterránea de tensión alteración y descontento. No hace honor a la vida que es Ahora y nunca deja de ser Ahora.
  
Siente la vida dentro de tu cuerpo. Eso te ancla en el Ahora.
  
No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de este momento, del Ahora. Esto se debe a que en el Ahora es en el único lugar donde se halla la vida.

La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero son dos cosas distintas. El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el espacio en el que ocurren las cosas.
Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el Ahora. El Ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.

Cuando entras en el Ahora, sales del contenido de tu mente. La corriente incesante de pensamientos se apacigua. Los pensamientos dejan de absorber toda tu atención, ya no te ocupan completamente. Surgen pausas entre pensamientos, espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto que tus pensamientos.
 
Cuando tu atención te traslada al Ahora, estás alerta. Es como si despertases de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro. Hay claridad, simplicidad. No queda sitio para fabricarse problemas. Simplemente este momento es como es.

Evgeny Kuklev_4
  

TU VERDADERO SER
 
Todas las desgracias del planeta surgen del sentido personalizado del «yo» o del «nosotros», que recubre la esencia de tu ser. Cuando no eres consciente de la esencia interna, siempre acabas sintiéndote desgraciado. Es así de simple.
Cuando no sabes quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu hermoso ser divino, y te apegas a ese yo temeroso y necesitado.
Entonces la protección y potenciación de ese falso sentido del yo se convierte en tu principal fuerza motivadora.

Muchas expresiones usadas habitualmente, y a veces la propia estructura del lenguaje, revelan que las personas no saben quiénes son. Por ejemplo, dices: «Él ha perdido su vida», o hablas de «mi vida», como si la vida fuera algo que
pudieras poseer o perder. Lo cierto es que no tienes una vida; eres una vida.

La Vida Una, la conciencia que interpenetra todo el universo y toma forma temporalmente para experimentarse como piedra o como hoja de hierba, como un animal, una persona, una estrella o una galaxia.

Necesitas tiempo para la mayoría de las cosas de la vida: para adquirir nuevas aptitudes, para construir una casa, para especializarte en alguna disciplina, para prepararte una taza de té... Sin embargo, el tiempo es inútil para la cosa más esencial de la vida, para la única cosa que importa; la autorrealización, que significa saber quién eres más allá del yo superficial; más  allá de tu nombre, de tu forma física tu historia personal, de tus historias.
No puedes encontrarte a ti mismo en el pasado o en el futuro. El único lugar donde puedes encontrarte es en el Ahora.
 
No necesitas tiempo para ser quien eres.

Mientras vives tu vida, ¿puedes ser consciente de ti mismo como la conciencia en la que se despliega todo el contenido de tu vida?
Dices: «Yo quiero conocerme a mí mismo.» Tú eres el «yo». Tú eres el Conocimiento. Tú eres la conciencia por la que todo es conocido. Y eso no puede conocerse a sí mismo; eso es sí mismo.
No hay nada que saber más allá de esto, y sin embargo todo conocimiento surge de ello. El «yo» no puede convertirse en un objeto de conocimiento, de conciencia.
De modo que no puedes convertirte en un objeto para ti mismo. Por eso mismo ha surgido la ilusión de la identidad egótica, porque mentalmente has hecho de ti mismo un objeto. «Eso soy yo», dices. Y empiezas a tener una relación contigo mismo, y te cuentas tu historia a ti mismo y a los demás.

Cuando sabes verdaderamente quién eres, vives en una vibrante y permanente sensación de paz. Puedes llamarla alegría, porque la alegría es eso: una paz vibrante de vida. Es la alegría de conocerte a ti mismo como la esencia de vida antes de tomar forma. Eso es la alegría de Ser, de ser quien realmente eres.

La conciencia pura es la Vida antes de manifestarse, y esa Vida mira al mundo de la forma a través de «tus» ojos, porque esa conciencia es quien tú eres.
Cuando te conoces como Eso, te reconoces en todas las cosas. Es un estado de completa claridad de percepción. Ya no eres más una entidad con un gravoso pasado, convertida en una pantalla de conceptos que interpreta cada experiencia.

Las vidas de la mayoría de la gente están dirigidas por el deseo y el miedo.
El deseo es la necesidad de añadirte algo para poder ser tú mismo más plenamente. Todo miedo es el miedo de perder algo y, por tanto, de sentirte reducido y de ser menos de lo que eres.
Estos dos movimientos oscurecen el hecho de que el Ser no puede ser dado ni quitado. El Ser ya está en ti en toda su plenitud, Ahora.

Cuando percibes sin interpretación, puedes sentir qué es lo que se percibe. Lo máximo que podemos expresar con el lenguaje es que existe un campo de quietud consciente en el que ocurre la percepción.
A través de «ti», la conciencia informe se hace consciente de sí misma.

Ryan Sullivan

 
ACEPTACIÓN Y RENDICIÓN
   
Cuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando conflicto inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias externas del momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus pensamientos y sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse internamente a lo que es?
 
Cuando reconoces este hecho, también te das cuenta de que ahora eres libre de renunciar a este conflicto fútil, al estado interno de guerra.

¿Realmente necesitas etiquetar mentalmente cada percepción sensorial y cada experiencia? ¿Necesitas tener esa relación reactiva de gusto o de disgusto ante la vida, que te lleva a estar continuamente en conflicto con personas y situaciones? ¿O se trata únicamente de un hábito mental profundamente arraigado que puedes romper? Sin hacer nada en particular; simplemente, dejando que este momento sea como es.
El «no» habitual y reactivo fortalece el ego. El «sí» lo debilita. Tu identidad en la forma, el ego, no puede sobrevivir a la rendición.

«Hacer una cosa cada vez»; así es como un maestro Zen definió la esencia del Zen.
Hacer una cosa cada vez significa ser total en lo que haces, prestarle toda tu atención. Eso es acción rendida, acción poderosa.

Superficialmente puedes seguir sintiéndote feliz cuando hace sol y menos feliz cuando llueve; puedes sentirte feliz si ganas un millón de euros e infeliz si pierdes todas tus posesiones. Sin embargo, la felicidad y la infelicidad ya no calan tan hondo. Son olas en la superficie de tu Ser. La paz de fondo que hay dentro de ti permanece inmutable en cualesquiera que sean las condiciones externas.
 
Tu aceptación de lo que es te lleva a un nivel más profundo, donde tanto tu estado interno como tu sentido del yo no dependen ya de que la mente los juzgue «buenos» o «malos».
Cuando dices «sí» a la vida tal como es, cuando aceptas este momento como es, puedes sentir dentro de ti un espacio profundamente pacífico.

La rendición se vuelve mucho más fácil cuando te das cuenta de la naturaleza efímera de todas las experiencias, y de que el mundo no puede darte nada de valor duradero. Entonces sigues conociendo gente, sigues teniendo experiencias y participando en actividades, pero sin los deseos y miedos del ego. Es decir, ya no exiges que una situación, persona, lugar o suceso te satisfaga o te haga feliz.
Dejas ser a su naturaleza pasajera e imperfecta. Cuando dejas de exigirle lo imposible, cada situación, persona, lugar o suceso se vuelve no sólo satisfactorio, sino también más armonioso, más pacífico.

Por ejemplo, puede que estés tullido y que ya no puedas caminar. Tu estado es lo que es.
Tal vez tu mente esté creando una historia que diga: «A esto se ha reducido mi vida. He acabado en una silla de ruedas. La vida me ha tratado con dureza, injustamente. No me merezco esto.»
¿Puedes aceptar que este momento es como es y no confundirlo con la historia que la mente ha creado a su alrededor?
La rendición llega cuando dejas de preguntar; «¿Por qué me está pasando esto a mí?»

Cuando aceptas este momento completamente, cuando ya no discutes con lo que es, el pensamiento compulsivo mengua y es remplazado por una quietud alerta. Eres plenamente consciente, y sin embargo la mente no pone ninguna etiqueta a este momento. Este estado de no-resistencia interna te abre a la conciencia incondicionada, que es infinitamente mayor que la mente humana.
Entonces esta vasta inteligencia puede expresarse a través de ti y ayudarte, tanto desde dentro como desde fuera. Por eso, cuando abandonas la resistencia interna, a menudo descubres que las circunstancias cambian para mejor.

A veces, rendición significa renunciar a tratar de comprender y sentirse cómodo en el desconocimiento.

Lo que aceptes completamente te hará sentirte en paz, incluyendo la aceptación de que no puedes aceptar, de que te estás resistiendo.
Deja la Vida en paz. Déjala ser.

Iris Motley

 
NATURALEZA

Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas.
Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales todavía saben.
Nos hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde está la vida: Aquí y Ahora.

Cuando diriges tu atención hacia algo natural, hacia algo que ha venido a la existencia sin la intervención humana, sales de la prisión del pensamiento conceptual y, en cierta medida, participas del estado de conexión con el Ser en el que todavía existe todo lo natural.
Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa pensar en ellos, sino simplemente percibirlos, darte cuenta de ellos.
Entonces se te transmite algo de su esencia, Puedes sentir lo aquietado que está y, sintiéndolo surge en ti esa misma quietud. Sientes lo profundamente que descansa en el Ser, completamente unificado con lo que es y con dónde está. Al
darte cuenta de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.

La contemplación de la naturaleza puede liberarte del «yo», el gran creador de conflictos.

Cuando percibes la naturaleza sólo a través de la mente, del pensamiento, no puedes sentir su plenitud de vida, su ser. Sólo ves la forma y no eres consciente de la vida que la anima, del misterio sagrado. El pensamiento reduce la naturaleza a un bien de consumo a un medio de conseguir beneficios, conocimiento, o algún otro propósito práctico. El antiguo bosque se convierte en madera; el pájaro, en un proyecto de investigación; la montaña, en el emplazamiento de una mina o en algo por conquistar.
Nota lo presente que está la flor, lo rendida que está a la vida.
La planta que tienes en casa..., ¿la has mirado detenidamente alguna vez? ¿Has permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos planta te enseñe sus secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que es, de que está rodeada de un campo de quietud? En el momento en que te das cuenta de la quietud y de la paz que emana, esa planta se convierte en tu maestra.
 
Observa un animal, una flor, un árbol, y mira cómo descansan en el Ser. Cada uno de ellos es él mismo. Tiene una enorme dignidad, inocencia, santidad. Sin embargo, para poder ver esto, tiene que ir más allá del hábito mental de nombrar y etiquetar. En el momento en que miras más allá de las etiquetas mentales, sientes la dimensión inefable de la naturaleza, que no puede ser comprendida por el pensamiento ni percibida por los sentidos. Es una armonía, una sacralidad que, además de compenetrar la totalidad de la naturaleza, está dentro de ti.

Necesitas que la naturaleza te enseñe y te ayude a reconectar con tu Ser.
Pero tú no eres el único necesitado; ella también te necesita a ti.
No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la Vida Una que se manifiesta en incontables formas en todo el universo, formas que están, todas ellas, completamente interconectadas.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.
La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ese es su regalo para ti. Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu conciencia. Ese es tu regalo a la naturaleza.

hang yuan
 

RELACIONES

Qué rápidamente nos formamos una opinión de otras personas, qué rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. A la mente egótica le resulta satisfactorio etiquetar a otro ser humano, darle una identidad conceptual, pronunciar juicios severos.
Cada ser humano ha sido condicionado a pensar y comportarse de cierta manera, condicionado tanto genéticamente como por sus experiencias infantiles y su entorno cultural.

No es que ese ser humano sea así, pero así es como se presenta. Cuando emites un juicio respecto a alguien, confundes los patrones mentales condicionados con lo que esa persona es. Esa acción, en sí misma, denota un patrón profundamente inconsciente y condicionado. Das a esa persona una identidad conceptual, y esa falsa identidad se convierte en una prisión no sólo para ella, sino también para ti.
Evitar el juicio no implica ignorar lo que el otro hace; implica reconocer que su conducta es una forma de condicionamiento; implica verla y aceptarla tal como es, sin construir una identidad para esa persona a partir del condicionamiento.
  
Eso te libera a ti y a la otra persona de la identificación con el condicionamiento, con la forma, con la mente. Entonces el ego ya no rige tu relación.

Mientras el ego dirija tu vida, la mayor parte de tus pensamientos, emociones y acciones surgirán del deseo y del miedo. Entonces, en las relaciones, o bien demandarás, o bien temerás algo de la otra persona.
 
Cuando prestas toda tu atención a la persona con la que estás interactuando, dejas fuera de la relación el pasado y el futuro, excepto para fines prácticos. Cuando estás plenamente presente en tus encuentros con otras personas, renuncias a la identidad conceptual que has creado para ellas —tu interpretación de quiénes son y de lo que hicieron en el pasado—, y eres capaz de interactuar prescindiendo de los movimientos egóticos del deseo y del miedo. La clave está en la atención, que es una alerta serena.
 
Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y del miedo en las relaciones. El amor no desea ni teme nada.

La mayoría de las interacciones humanas se limitan a un intercambio de palabras: al reino del pensamiento. Es esencial conseguir cierta quietud, particularmente en las relaciones íntimas.
Ninguna relación puede crecer sin la sensación de espacio que acompaña a la quietud. Meditad juntos o pasad ratos en silencio en la naturaleza. Cuando vayáis de paseo, o estéis sentados en el coche o en casa, sentiros cómodos compartiendo la quietud. La quietud ni puede ser creada ni es necesario crearla.
Simplemente, permaneced receptivos a la quietud que ya se encuentra presente, aunque suele quedar oscurecida por el ruido mental.
Si se pierde la quietud espaciosa, la relación estará dominada por la mente, y los problemas y los conflictos podrán adueñarse de ella fácilmente. Si está presente la quietud, podrá contener cualquier cosa.

La verdadera escucha es un don escaso. Generalmente, la mayor parte de la atención de la persona está consumida por su pensamiento. En el mejor de los casos, puede estar evaluando tus palabras o preparando la siguiente frase que va a decir. O puede que no te esté escuchando en absoluto, perdida en sus propios pensamientos.

La verdadera escucha es otro modo de llevar quietud a la relación. Cuando escuchas verdaderamente a alguien, surge la dimensión de quietud y se convierte en parte esencial de la relación.

Los patrones egóticos básicos están en la raíz de estas experiencias: la necesidad de tener razón y, por supuesto, de que el otro esté equivocado; es decir, la identificación con posiciones mentales. También está presente la necesidad periódica del ego de estar en conflicto con algo o alguien para fortalecer su sentido de separación entre «yo» y el «otro», sin el que no puede sobrevivir.
Además, está el dolor emocional acumulado del pasado que tú y cada ser humano arrastra en su interior, tanto de tu pasado personal como del dolor colectivo de la humanidad que se remonta mucho, mucho tiempo atrás. Este «cuerpo-dolor» es un campo energético interno que se adueña esporádicamente de ti porque necesita experimentar más dolor emocional para alimentarse y reabastecerse. Tratará de controlar tu pensamiento y de hacerlo profundamente negativo. Le encantan tus pensamientos negativos, porque resuenan con su frecuencia y puede alimentarse de ellos. También provoca reacciones emocionales negativas en las personas que están a tu alrededor, especialmente en tu pareja, para alimentarse del drama y del dolor emocional.
¿Cómo puedes liberarte de esta identificación inconsciente y profundamente arraigada con el dolor, que genera tanta miseria en tu vida?
Toma conciencia de él. Date cuenta de que no es quien tú eres, y reconócelo por lo que es; dolor del pasado. Sé su testigo cuando te ocurra o le ocurra a tu pareja. Cuando rompes tu identificación inconsciente con él, cuando eres capaz de observarlo dentro de ti, dejas de alimentarlo, y gradualmente perderá su carga energética.
 
La interacción humana puede ser un infierno. O puede ser una gran práctica espiritual.

Jose Ramos

  
MUERTE Y ETERNIDAD
 
Cuando caminas por un bosque que no ha sido domesticado por la mano del hombre, no sólo ves abundante vida a tu alrededor; también encuentras a cada paso árboles caídos y troncos desmoronados, hojas podridas y materia en
descomposición. Dondequiera que mires, encontrarás muerte además de vida.
 
Al escrutarlo más de cerca, descubrirás que el tronco que se está descomponiendo y las hojas podridas no sólo hacen nacer nueva vida, sino que ellos mismos están llenos de vida. Los microorganismos están actuando en ellos.
Las moléculas están reordenándose. De modo que no hay muerte por ninguna parte. Sólo existe una metamorfosis de las formas de vida. ¿Qué puedes aprender de esto?
La muerte no es lo contrario de la vida. La vida no tiene opuesto. Lo opuesto de la muerte es el nacimiento. La vida es eterna.

A lo largo de los siglos, los sabios y los poetas han reconocido la cualidad onírica de la existencia humana: aparentemente tan sólida y real, y sin embargo tan efímera, que puede disolverse en cualquier momento.
En la hora de tu muerte, la historia de tu vida puede parecerte como un sueño que está llegando a su fin. Sin embargo, hasta en un sueño tiene que haber una esencia que sea real. Debe haber una conciencia en la que ocurra el sueño,
porque de otro modo no soñarías.
Esa conciencia..., ¿la crea el cuerpo, o es la conciencia la que crea el sueño de un cuerpo, el sueño de ser alguien?
  
¿Por qué la mayoría de los que han revivido después de la muerte clínica han perdido el miedo a la muerte?
 
Reflexiona sobre ello.

En las culturas occidentales, la negación de la muerte sigue estando muy extendida. Incluso la gente mayor trata de no hablar ni pensar en ella, y existe la costumbre de ocultar los cuerpos de los muertos. Una cultura que niega la muerte será inevitablemente superficial, pues sólo se preocupa por la forma externa de las cosas. Cuando se niega la muerte, la vida pierde su profundidad.
La posibilidad de saber quiénes somos más allá del nombre y la forma, la dimensión trascendente, desaparece de nuestras vidas porque la muerte es la puerta a esa dimensión.

Por supuesto que sabes que vas a morir, pero eso no es más que un concepto mental hasta que te topes por primera vez con la muerte «en persona»: por medio de una enfermedad grave, de un accidente que te ocurre o le sucede a alguien cercano a ti o por el deceso de un ser querido, la muerte entra en tu vida haciendo que te des cuenta de tu propia mortalidad.
  
La mayoría de las personas se alejan atemorizadas de la muerte; pero si no te acobardas y afrontas el hecho de que tu cuerpo es pasajero y podría desvanecerse en cualquier momento, se produce cierta desidentificacíón, por pequeña que sea, de tu forma física y psicológica, del «yo». Cuando ves y aceptas la naturaleza impermanente de todas las formas de vida, te sobreviene una extraña sensación de paz.

La gente suele sentirse incómoda con los finales, porque cada final es una pequeña muerte. Por eso, en muchas lenguas, la palabra «adiós» significa «volveremos a vernos».
  
Cuando una experiencia —una reunión de amigos, unas vacaciones, que tus hijos crezcan y se vayan de casa— llega a su fin, mueres un poco. La «forma» que esa experiencia tenía en tu conciencia se disuelve. Esto suele producir un sentimiento de vacío que muchas personas prefieren no sentir, no afrontar.
Si puedes aprender a aceptar, e incluso a dar la bienvenida a los finales de tu vida, tal vez descubras que el sentimiento de vacío, que inicialmente te pareció incómodo, se convierte en una sensación de espacio interno que es profundamente apacible.
Aprendiendo a morir diariamente de este modo, te abres a la Vida.
 
Todo en la vida tiene un principio y un final

Parece inimaginable y pavoroso que el «yo» pudiera dejar de existir. Pero confundes ese precioso «yo» con tu nombre y tu forma, y con la historia asociada a él. Ese «yo» no es más que una formación temporal en el campo de conciencia.
Mientras sólo conozcas la identidad vinculada a la forma, no serás consciente de que esa preciosidad es tu propia esencia, tu sentido Yo Soy más interno, que es la conciencia misma. Es lo eterno en ti, y eso es lo único que no puedes perder.

La muerte no es una anomalía ni el suceso más negativo, como la cultura moderna quiere hacemos creer, sino la cosa más natural del mundo, inseparable de -y tan natural como- su opuesto polar, el nacimiento. Recuérdalo cuando estés sentado junto a un moribundo.
Estar presente como testigo y compañero en la muerte de una persona es un gran privilegio y un acto sagrado.
 
Jon Sparrow

 
SUFRIMIENTO Y EL FINAL DEL SUFRIMIENTO

Los budistas han conocido desde siempre la interconexión de todas las cosas, y ahora los físicos la confirman. Nada de lo que ocurre es un suceso aislado; sólo aparenta serlo. Cuanto más lo juzgamos y lo etiquetamos, más lo aislamos.
Nuestro pensamiento fragmenta la totalidad de la vida. Sin embargo, es la totalidad de la vida la que ha producido ese suceso, que es una parte de la red de interconexiones que constituyen el cosmos.
Esto significa que cualquier cosa que es, no podría haber sido de otra manera.

La verdadera libertad y el final del sufrimiento estriban en vivir como si hubieras elegido deliberadamente cualquier cosa que sientas o experimentes en este momento.
Este alineamiento interno con el Ahora es el final del sufrimiento.
  
¿Es imprescindible sufrir? Sí y no.
  
Si no hubieras sufrido como has sufrido, no tendrías profundidad como ser humano, ni humildad, ni compasión. No estarías leyendo esto. El sufrimiento abre el caparazón del ego, pero llega un momento en que ya ha cumplido su propósito. El sufrimiento es necesario hasta que te das cuenta de que es innecesario.

La infelicidad necesita un «yo» fabricado por la mente, con una historia, una identidad conceptual. Necesita tiempo, pasado y futuro. Cuando retiras el tiempo de tu infelicidad, ¿qué queda? Únicamente te momento tal como es.
 
Puede ser una sensación de pesadez, agitación, tirantez, enfado e incluso náusea. Eso no es infelicidad, y no es un problema personal. No hay nada personal en el dolor físico humano. Simplemente es una intensa presión o una intensa energía que sientes en alguna parte del cuerpo. Al prestarle atención, la sensación no se convierte en pensamiento, y ese modo no reactiva el «yo» infeliz.
Observa qué ocurre cuando dejas que la sensación sea.

Cuando estés sufriendo, cuando te sientas infeliz, estate totalmente con lo que es Ahora. La infelicidad y los problemas no pueden sobrevivir en el Ahora.

Hay muchas formas de sufrimiento sutiles y no tan sutiles que consideramos «normales», y que generalmente no reconocemos que nos hacen sufrir, e incluso pueden ser satisfactorias para el ego: irritación, impaciencia, ira, tener un problema con algo o alguien, resentimiento, queja.
Puedes aprender a reconocer todas esas formas de sufrimiento cuando se presentan, y reconocer: «En este momento estoy creando sufrimiento para mí mismo.»

Si tienes el hábito de crearte sufrimiento, probablemente también harás sufrir a otros. Estos patrones mentales inconscientes tienden a llegar a su fin por el simple hecho de hacerlos conscientes, dándote cuenta de ellos a medida que ocurren.
 
No puedes ser consciente y crearte sufrimiento a ti mismo.

Un diálogo:
 
Acepta lo que es.
  
Realmente no puedo aceptarlo. Hace que me sienta molesto y enfadado.
 
Entonces acepta lo que es.
  
¿Aceptar que estoy molesto y enfadado? ¿Aceptar que no puedo aceptarlo?
  
Sí. Lleva aceptación a tu no-aceptación. Lleva rendición a tu no-rendición. A continuación observa qué ocurre.
El dolor físico es uno de los profesores más severos que podemos tener. Su enseñanza es: «La resistencia es inútil.»

Nada podría ser más normal que el deseo de no sufrir. Sin embargo, si puedes abandonar esa actitud y permitir que el dolor esté presente, tal vez sientas una sutil separación interna del dolor, como un espacio entre el dolor y tú, por así decirlo. Esto implica sufrir conscientemente, voluntariamente. Cuando sufres conscientemente, el dolor físico puede quemar rápidamente el ego en ti, ya que el ego está compuesto en gran medida de resistencia. Lo mismo es válido para la incapacidad física extrema.

El secreto de la vida es morir antes de morir, descubrir que no hay muerte.
 
Date cuenta profundamente de que el momento presente es todo lo que tienes. Haz del Ahora el enfoque principal de tu vida.
 


 
¿Quien eres Realmente? - canción de Kirtana
   

     
  
Sera que hay algo mas en esta la vida que llamamos “mía”
¿Que un viaje a través del espacio y una historia que narrar?
¿Mas en la vida que lo que el cuerpo es capaz de sentir,
o la mente de concluir, a partir de la experiencia?
¿Sera que lo que somos comienza con un respiro,
depende de las formas y termina cuando expiro?
  
Despójate de estos papeles, de estos nombres
y dime ¿Qué permanece y quien eres realmente?
¿Quién eres realmente?
  
Medimos el éxito a través de las cosas que acumulamos
de los lazos que formamos, o de las obras que logramos.
Pero todo esto también pasara, sin importar…
con cuanto ahincó intentemos aferrarnos a las formas.
Las formas morirán.
  
Pero inherente a esta danza de las formas…
tenemos la posibilidad de ver lo aun no nacido
y también el libre albedrio para botar esta posibilidad y,
quedarnos atrapados en el melodrama
…de quienes creemos ser.
  
Estas en el tiempo de tu vida, la cual
bien podría terminar en cualquier instante.
¿En que estas enfocado?
¿En dónde está tu plegaria?
¿En dónde está tu canción?
  
En una vida afortunada
llega una llamada para liberarte
de los ciclos de apego y falsa identidad
para despertar del sueño
y finalmente comprender
la verdad de nuestro propio ser
…antes de que el cuerpo muera.
  
Así, pues, antes de que el último acto llegue a su final…
voltéate y mira el telón sobre el cual se está proyectando.
Ve aquello que a ti y a mí nos está viendo
…y entonces podrás ver quien realmente eres,
…Quien realmente eres.

Comparte esta entrada

votar