Existir en el reino del “siempre más” o regalarte una vida

eljuegodelavida

En la sociedad moderna creemos que el crecimiento es algo “ilimitado”. Pero en realidad es un concepto perverso, pues en un mundo finito no puede haber un crecimiento infinito.
 
Hoy en día la FELICIDAD se mide por el crecimiento del PIB, lo que para el ciudadano significa el crecimiento del CONSUMO.

¡Un 20% de los habitantes del planeta consume un 86% de los recursos del planeta! Y en la cúspide estamos la llamada clase consumidora mundial:600 millones de personas (cifra que coincide con los automóviles que circulan en la Tierra), distribuidas así: 300 millones en Europa, 200 millones en EE. UU. y 100 millones en Japón y China.
- ¡Y todo el resto de la humanidad anhelando entrar también en este club! 
Por eso la única salida sensata es decrecer. ¡Fomentar el crecimiento es insensato, sólo conduce a la debacle global!
 
Consumir cada vez más no tiene sentido. Pero una cosa es saberlo y la otra es hacerte totalmente consciente de ello.
 
El crecimiento es una auténtica religión. Los centros comerciales son las iglesias de la mega secta/religión en la que viven millones de personas.
 
Mira a tu alrededor, observa a tu entorno más próximo, a ti mism@, observa con detalle tu vida y como te relacionas con los demás: con tu familia, con tus amigos, con compañeros, conocidos, desconocidos, gentes esporádicas con las que debes relacionarte en tu día a día… contigo mism@. ¿Qué haces durante todo el día? ¿a qué dedicas tu tiempo libre?
Fácil, ¿no?: trabajar – consumir – consumir para ser “feliz” – producir para consumir para seguir produciendo y consumiendo más – trabajar para ganar dinero para poder seguir consumiendo y seguir siendo creyendo que eres feliz tratando de subir en la escala social para sentirte el más mejor y ganar en el ranking de “mantener las apariencias”…
 
Pero, ¿realmente eres feliz?
 
Nos vanagloriamos de nuestra gran evolución humana, de nuestros avances y logros… Pero ¿A dónde hemos llegado?
 
Somos el hazmerreír de la historia, nunca antes el hombre se había desentendido de él mismo a este nivel. Nunca antes la miseria y la desesperanza habían llegado a tales niveles de crueldad humana. Vivimos en la impotencia de pensar que no podemos hacer nada, que nada podemos cambiar porque el sistema laberintico que hemos construido entre todos, nos está alejando cada vez más de la salida. Y nos estamos consumiendo a nosotros mismos dentro de nuestro propio sistema… Porque fuera, allá fuera, la naturaleza reina imparable el mundo que nunca se dejará vencer… y al final, nosotros pereceremos junto a nuestro imperio de oro, esa jaula hecha a base de nuestro sudor, lágrimas y almas rendidas ante la deslumbrante luz de neón del Dios Capitalista.
 
¡Comprad, comprad, malditos!

 
 
Todo lo que consumimos, vestimos, comemos, la mayor parte de ello viene de lugares cada vez más remotos, donde son los pobres –los más pobres del mundo- quienes producen nuestros caprichos. Es a costa de sus miles de horas de trabajo –ganando una miseria para enviársela a su familia en la pequeña aldea que no tiene para nada, más que seguir subsistiendo un día más-, es a causa de nuestro EGOísmo materialista.
pero en nuestro sistema nos han educado para que creamos que no es nuestra culpa, para que nunca empaticemos con esa lejana aldea, porque nada podemos hacer… mires donde mires, compres donde compres, todo funciona igual (y mientras tanto el pequeño comerciante que intenta subsistir vendiendo productos de su localidad, más sostenibles o ecológicos, apenas puede ya ni existir).
Con la alimentación pasa lo mismo. Yogures que recorren miles de quilómetros para llegar a nuestra mesa, cuando ni son mejores ni deberían llegar a regiones donde se pueden producir al lado de casa.
Pero todo es lo mismo, la política del pez grande que se come al pequeño, aquello de seguir creciendo hasta el infinito. Y todos formamos parte de que esto sigua siendo así. Todos somos responsables de que nuestro mundo esté así.
 
La Tierra tiene una gran capacidad regeneradora, pero no por siempre…Si todo el mundo viviera como nosotros se necesitarían 3 planetas para subsistir.
Es urgente reducir nuestra HUELLA ECOLÓGICA, consumir menos bienes materiales.
     
Pero como siempre preferimos esperar a que alguien nos diga lo que tenemos que hacer. Esperamos a que sean los gobiernos quienes se preocupen por nuestros problemas, busquen una solución definitiva y resuelvan todo mal… y esperaremos eternamente.
Porque no son ellos quienes nos sacarán de esta crisis, ni nos van a devolver el maravilloso lugar que un día experimentamos (donde todo era color rosa, y respirábamos amor y felicidad por doquier… Ficticia sensación que nos nubló la mente para hacernos creer en una felicidad artificial que se acabó tan pronto como se agotó este sistema), ese lugar al que deseamos volver sea como sea… sin darnos cuenta de que es una falsa realidad, una que nos da más “cosas” para quitárselas a otros, que nos da más riqueza material a costa de millones de vidas sacrificadas por nosotros, vidas que anhelan seguir nuestros pasos, tristemente… Unos inconscientes más en este triste lugar.
 
Y esos corruptos que salen a flote solo ahora –cuales restos del naufragio de un enorme barco-, cuando la fiesta terminó. Ellos nos han de hacer ver la naturaleza de todos nosotros, porque todos somos ellos (aquel que intenta enchufar a su hijo en la empresa o la administración, aquel que por hacer la vista gorda se lleva una suculenta comisión, aquel que por callar o contribuir a efectuar mil atrocidades vivirá “a lo grande el resto de su vida”…), pues todos nos podemos vender por algo, pues siempre existirá algo que queramos con todas nuestras fuerzas, nunca fue más cierta la frase de: el dinero todo lo compra.
   
Muchos se conforman con pensar que si no lo hacen ellos, lo harán otros tras él… Burdo pensamiento que se autoinculcan para seguir viviendo sin volverse locos.
Para los buitres del Capitalismo es muy fácil comprar nuestras almas a cambio de un pequeño favor… un favor que pagaremos muy muy caro.
 
Pero nadie quiere cambiar, nadie está dispuesto a “dejar de tener” o modificar su estatus social por el bien de la humanidad.
En estos tiempos, ante la gran crisis sistémica que vivimos, nadie habla de cambiar el modelo (aunque lo estén haciendo poco a poco y en silencio, y no precisamente para mejorar el fracasado sistema, sino más bien para seguir substrayendo almas con “mejoras y ajustes” de todo tipo, siempre en beneficio de quienes ya sabemos…), nadie habla de cambiar nuestros valores, de dejar de seguir consumiendo… ¡eso sería como nombrar en alto al diablo en la antigüedad!
   
5
 
  
cuanto más una sociedad convierte a su gente, mayor es la probabilidad de enfermedad mental.
Matrimonios miserables, familias infelices, problemas emocionales y de conducta severos tienen una causa raíz.
 
A lo largo de la historia, las sociedades han existido con mucha menos coacción que la nuestra. Mientras que estas sociedades han tenido muchos menos bienes de consumo y menos de lo que la modernidad exige como "eficiencia", también han tenido mucho menos enfermedades mentales.
Esta realidad ha sido enterrado, como era de esperar, por los campeones no críticos de la modernidad y la psiquiatría convencional.
La coacción-utilización de las fuerzas físicas, jurídicas, químicas, psicológicas, financieras y de todo tipo para lograr el cumplimiento, es intrínseca a nuestra sociedad del empleo, la educación y la crianza de los hijos. Sin embargo, los resultados de esa coacción es el miedo y el resentimiento, que alimentan los matrimonios miserables, familias infelices, y lo que llamamos enfermedad mental.

Los críticos sobre educación John Holt y John Taylor Gatto han entendido que la educación coercitiva es necesaria para garantizar que los jóvenes acepten más fácilmente un empleo coercitivo.
Una encuesta de Gallup de junio 2013 reveló que el 70% de los estadounidenses odian sus trabajos.
 
Este tipo de empleo y educación requieren todo tipo de coacciones para la participación, y los seres humanos pagan un precio psicológico para esto. En casi tres décadas de práctica clínica, se ha encontrado que la coacción es a menudo la fuente del sufrimiento.
   
He aquí una situación que se ha visto cientos de veces: Un niño inteligente o adolescente tiene un bajo rendimiento en la escuela, y ha comenzado a tener problemas emocionales y / o conductuales. El niño a menudo se siente coaccionado por la escolarización estándar de prestar atención a lo que es aburrido, para hacer una tarea que no tiene ningún valor para él, y debe permanecer en el interior de un edificio que parece estéril y sofocante. Según el temperamento del niño, esta coacción se traduce en resultados diferentes, ninguno de ellos bueno.
Algunos de estos niños se deprimen y se vuelven ansiosos. Les preocupa que la falta de atención y el interés resulte en consecuencias de vidas extremas.
Crean amonestaciones autoritarias: si lo hacen mal en la escuela, acabarán cocinando hamburguesas para el resto de sus vidas. Cada vez es más habitual que los médicos mediquen a estos niños ansiosos y deprimidos con antidepresivos y otros medicamentos psiquiátricos.”
 
En todas las sociedades, hay coacciones que llaman a comportarse de maneras “culturalmente acordadas”.
  
En nuestra sociedad, se nos enseña que es necesario aceptar la coacción institucional para la supervivencia. Descubrimos una variedad de formas, incluyendo las drogas y el alcohol para negar el resentimiento. Gastamos mucha energía en negar los efectos letales de la coacción en las relaciones. Y, a diferencia de muchas culturas indígenas, gastamos poca energía en la creación de una sociedad con una cantidad mínima de coerción/represión.



Efectivamente, en general en nuestra niñez se nos enseñan todo tipo de conocimientos –siempre encarados al buen comportamiento, normas y maneras del buen ciudadano-, pero no nos enseñan a creer en nosotros mismos.
No nos enseñan a conocer y fiarnos de nuestra intuición, de nuestro propio criterio, a saber discernir por nosotros mismos, no nos alientan a seguir en el camino del conocimiento una vez acabados los estudios –más bien parece que nuestro cerebro llegue a su tope de aprendizaje y adquisición de conocimientos al finalizar el periodo de enseñanza “oficial”-, nos educan para obedecer.

Tenemos muchos problemas pero uno de los peores se haya en la falta de empatía creciente entre la población mundial.
Este sistema rebaja nuestras mentes al mínimo pensamiento. Ese es su fin: crear personas no pensantes, personas que están tan sumidas en las “maravillas materiales” que nos vende el escaparate capitalista, que prefieren vivir ensimismados ante ese aparador –durante toda su vida-, que despertar a la realidad y darse cuenta de que existe un mundo diferente con grandes posibilidades tras el cristal y ante sus ojos.
Pero la mayoría solo piensa en ese escaparate y en la manera de conseguir comprar lo que contiene. Nos han hecho creer que así seremos más felices y nos sentiremos plenos, así que ello se convierte en nuestra meta de vida.
  
La meta lo es todo. Pensamos, modificamos, trabajamos, sufrimos, lloramos, odiamos, amamos y hacemos lo que sea necesario por alcanzar esa meta. Al final de nuestros días y con mucha suerte habremos adquirido unos cuantos miles de productos del deseado mega escaparate…
Pero por el camino habremos perdido mucho más, demasiado: habremos perdido nuestra ilusión, nuestros principios morales, nuestra fantástica visión de futuro que teníamos pensada de niños, nuestra seguridad, nuestra libertad como seres humanos, habremos dejado de divertirnos –a no ser que pasar el fin de semana en un centro comercial repleto de zombis diogenizados, o esa semana en la playa, repleta hasta los topes de personas cual cerdos embutidos asándose al sol (semana que pagarás en interminables plazos), sea considerado como gran diversión en tu vida, en tal caso de verdad que tienes un problema-, al final habremos perdido la noción de humanidad casi al completo.
 
El sistema no quiere que nos preocupemos unos de otros, no desea que empaticemos con las circunstancias de los demás, solo quiere que pienses única y exclusivamente en ti mismo, de esta manera serás egoísta, egocéntrico, y tan solo interesado en TUS problemas y TUS circunstancias. Esto es lo que crea el mundo en el que vives, un lugar lúgubre donde todo vale con tal de seguir en la lucha por alcanzar la meta.
   
Blindman_shooting
 
¿Cuantos de vosotros sois capaces de empatizar con dolores ajenos, transmitiéndoles algún tipo de respuesta significativa, real, o con sentimiento?

Los horrores de los demás están cada vez más alejados del resto de sus congéneres. La gente se niega a ver ni saber sobre la muerte, el sufrimiento o el dolor ajeno (tontos ilusos que comulgan a ciegas con el “nunca me pasará a mi” sin saber que un día les tocará de lleno a ellos…inevitablemente)
Esto lo palpan quienes pierden a alguien y pasado todo el ceremonial absurdo que nos impone el sistema, el muerto es olvidado por completo y para siempre, es como si nunca hubiese existido, no se habla de él ni se menciona para nada (en la triste y equivocada creencia de pensar que así se les ahorra el sufrimiento a quienes le lloran, sin ser conscientes de que muchas veces les añaden más dolor, con su indiferencia), también lo vemos a diario con respecto a lo que sucede en Siria, Libia y el resto de países que viven en guerra y sangre incesante.
 
Somos inmunes al horror, hoy casi nadie empatiza con nadie y lo que esté sucediendo en el resto del mundo no nos importa mientras mantengamos nuestro confort en el nuestro.
 
Y de esta manera conseguimos vivir en la individualidad más absoluta y creciente entre la población. Llegamos a la sociedad insaciable, a los devoradores de lo material, vemos a esos jóvenes sin futuro y sin expectativas en su vida, esos mal criados y mal educados totalmente manufacturados por el sistema. Los que ya no se plantean siquiera el porque de las cosas, los que no se maravillan por nada, pues todo su afán se haya en la virtualidad inmaterial convertida en triste realidad. Hoy hemos cruzado el umbral entre el uso y el abuso.
Ahora nos hemos convertido en aquellos que no saben apreciar ya ni la naturaleza, ni el contacto entre humanos, ni como ayudarse los unos a los otros, ¡hasta estamos substituyendo las relaciones reales cara a cara por otras casi siempre ficticias y efímeras a través de Internet!. Esta nueva clase humana a la que llaman “sociedad” y que ya no recuerda lo que es la compasión, la ayuda, el amor verdadero, la endereza, la esperanza, la humildad, el coraje, la fuerza… se haya totalmente perdida dentro de la enorme madriguera del país de las maravillas.
Y con todo ello los nuevos híbridos, adoradores de las nuevas tecnologías, rinden pleitesía a la nueva religión reinante justificando al sistema para justificarse a ellos mismos, y así “Las personas tienden a defender al sistema, aunque sea injusto o corrupto”, pues forman parte de él.
  
Según una teoría de la psicología cognitiva conocida como “justificación del sistema”, los seres humanos tienden a defender los sistemas en los que están inmersos, aunque éstos sean corruptos o injustos. Una investigación realizada por psicólogos estadounidenses ha revelado que esta actitud se da principalmente bajo cuatro condiciones: cuando el sistema está amenazado, cuando se depende del sistema, cuando resulta imposible escapar al sistema o cuando los individuos pueden ejercer un escaso control personal. Los resultados de este estudio explicarían porqué las poblaciones, a menudo, no se alzan contra situaciones que dañan sus propios intereses.


Hoy todos creen que con la llegada de Internet seremos más libres y estaremos mejor comunicados. Pero la mayoría de personas solo usan esta gran ventana del conocimiento para comunicar o leer tonterías, ligar, intercambiar gadgets, jugar… y si acaso te queda tiempo para algo más, te informarás un poco para estar al día, aunque la mayoría de los sitios informativos “oficiales” nos muestren su visión del mundo (según sus intereses político-económicos), y el resto (los que suelen contener la verdadera e interesante información), se lean por encima, pues nos hemos acostumbrado a leer el título y el primer párrafo de entradilla, ¡como mucho!. Nos cuentan que estamos sobreinformados, pero la verdad es que no logramos profundizar en prácticamente nada, en realidad.
¿Cuantos de vosotros vais a ser capaces de acabar este artículo? (si es que habéis logrado llegar hasta estas líneas…)
 
gente
 
Es indignante, injusto y descabellado que en este mundo existan personas ganando tal cantidad de dinero que se puedan permitir el gastar cantidades ingentes en coches que valen más que varias viviendas juntas que cobijarían a cientos de personas, o en joyas multimillonarias que solo les sirven para “creerse admirados o envidiados” por otros (y digo yo: ¿admirados o envidiados por tener dinero? ¿desde cuando esto se ha convertido en uno de los valores sociales más apreciados?), gastan en tonterías miles sin importarles nada más en su existencia que seguir devorando del pastel… Donde tras su indiferencia hacia el resto de humanos, se cobija su EGO, ese enorme y despiadado Diablo que favorece el despotismo social y hunde a las almas puras.
Resulta sorprendente que a esas pocas personas se les admire y se les ame cual culto religioso. Ronaldos, Mesis, Jolies, Biebers,  Madonnas, gagas, reyes y reinas… todos juntitos forman el conjunto mayor valorado en la actualidad. Y de todos ellos no existe ni uno solo, que aprovechando su enorme poder (es innegable que su éxito mueve masas) sea capaz de abogar por los pobres, por aquellos que necesitan ayuda, por un mundo mejor. Ningún rico o famoso se moja nunca… Todo sigue igual. ¿Cómo podemos adorar al diablo?
 
Sin duda estamos mucho peor de lo que suponemos.
 
La masa adoctrinada es hedonista, su máxima en la vida es comprar, cenar, alcohol, drogas, sexo, vacaciones (pagadas a plazo) y algún viajecito... ¡¿Y quien no lo quiere?!
La masa vive obsesionada con su aspecto físico y sigue la biblia capitalista al pie de la letra para llegar a alcanzar algún día su máxima aspiración (imposible para la mayoría, por otra parte): llegar a ser ricos, manteniéndose siempre guapos, jóvenes y apetecibles ¡claro!, aunque sea de manera totalmente artificial y a costa de lo que sea. La gran mayoría de personas firmarían por intercambiar sus vidas por las de cualquier famosillo/celebrity de turno…
Evidentemente cuando las cosas se pongan difíciles, estas personas no participarán en la revolución, están domesticadas, necesitan estimulación constante y prefieren vivir dormidas que despertar a la dura realidad.
 
¿Es esta la gran evolución humana? ¿Este es nuestro fin en la vida?…
 

  
Un gran ejemplo de la absurda maquinaria que mueve nuestro mundo hoy en día es la obsolescencia programada. En 1881 Edison puso a la venta la primera bombilla; duraba 1500 horas y en 1924 se anunciaba una duración de hasta 2500 horas. A día de hoy el promedio de vida de una bombilla es de 1000 horas, gracias a la manipulación de estas, totalmente premeditada y programada por parte de la industria, que prefiere que se tire i se compre otra nueva (reduciendo técnicamente la vida útil de la bombilla), aumentando así sus ganancias.
Estas prácticas son las que se llevan a cabo con prácticamente la totalidad de productos manufacturados en la actualidad.
¿No resulta total y absolutamente absurdo?

 
 
LA VERDAD NO CONVOCA, SOLO CONVOCA LA MENTIRA MANIPULADA COMO VERDAD. Gurúes de la autoyuda, pastores de la buena onda y la salvación individual, lavadores profesionales del cerebro colectivo, propagandistas de la resignación cómplice, convocan a diario multitudes de creyentes en todo el mundo para venderles ignorancia esperanzadora y fe en el sistema. Adivinen a cuantos convocarían aquellos que intentaran abrir las conciencias, enseñando a pensar y mostrando las injusticias y las desigualdades del sistema… No convocarían ni a su sombra. La verdad no convoca. Solo convoca la mentira manipulada como verdad. que en la era informática de Sodoma y Gomorra convierte a los esclavos del sistema en adoradores de sus propios verdugos.
 
Desde lo económico, político, social, cultural, y psicológico, los emergentes depredadores del sistema capitalista son estadísticos a nivel planetario... se los puede cuantificar, analizar y resumir en forma matemática.
Y nadie los ve, porque hay un ejercito mediático y cultural, de medios masivos, de comunicadores, intelectuales, políticos, profesionales de la cabeza, cuya misión esencial es mostrar el mundo y los acontecimientos diarios, sin el sistema capitalista que los produce.
En consecuencia las mayorías creen que las injusticias, el hambre, las guerras de conquista, la pobreza masiva, son productos de un "orden natural" inmodificable como el orden de las religiones.
En este escenario de "ver los acontecimientos, pero no el sistema que los genera y los produce", está basamentado en la programación y la alienación del cerebro humano.
 
Desde la familia, la escuela, las universidades, los medios, se programan las mentes masivas no para pensar reflexivamente, encadenando y procesando ideas, sino para pensar emocionalmente y sin lógica racional, en términos del bien y del mal, sin entender donde está el bien y donde está el mal.
Las mentes masivas están programadas para "creer" o "no creer", no para pensar por que se cree y cuales son las causas de los acontecimientos que suceden en la aldea y en el mundo...
Al humano mas se lo despoja de su capacidad de comprender el bosque, y se lo confina en su árbol individualista. Y la ignorancia, el individualismo y la alienación hacen el resto.
Desaparecido el sistema que produce la depredación del humano por otros humanos que controlan el sistema, ya no hay necesidad de represión militar. El esclavo alienado se reprime solo. Y su único objetivo es consumir felicidad consumista
.


¿Por qué en la televisión no nos hablan de alternativas al sistema, o de soluciones que no pasen por votar a los dos partidos de siempre, o de las iniciativas populares que no llegan a nada, o de cualquier otra cosa que no sea mantenernos en la rabia de unos contra otros, o por qué no hablan de la gente que sigue emigrando de sus países hacia los nuestros por pura supervivencia, por qué no hablan de cómo malviven las gentes de los países pobres o inmersas en guerras energéticas de las que ni siquiera son/somos conscientes?………Porque en los medios de comunicación no se habla de lo que no conviene, no interesa hacernos conscientes de la realidad, de la pena y miseria que viven otros. En la tv solo vemos el "mundo feliz" que nos venden diariamente. En el cine, las películas más taquilleras no suelen plasmar la realidad de nuestros días... Estamos tan bien educados (siempre según la biblia del sistema) que no somos capaces de mirar más allá de lo que la gran pantalla nos muestra, es más, no queremos saber lo que pasa en realidad... Nos conformamos con continuar viviendo en el país de las maravillas. Mientras, otros mueren por falta de comida, cobijo o carencias sanitarias, o por injusticias sociales/morales/inmorales varias... ¡Pero no pasa nada, el mundo es así!
  
No Hay Mañana
        
Crecemos a un ritmo cada vez mayor. El crecimiento exponencial también se da a veces en la Naturaleza, en forma de plagas. Tal comportamiento expansivo siempre acaba de la misma manera: se agota el alimento y los animales mueren en masa. Es un comportamiento autorregulado, es la manera que tiene la Naturaleza de limitar aquello que no puede crecer eternamente si no sabe parar a tiempo.
   
Tal tipo de autorregulación o ajuste automático también puede pasarle al hombre; es lo que conocemos como colapso de la civilización. No es algo tan extraordinario: sabemos de 26 civilizaciones en la Historia que han colapsado antes que la nuestra, en algunos casos por falta de recursos, y en algunos casos hasta la extinción total o casi total de la población. No se puede descartar, por tanto, que tal cosa pudiera pasar ahora. Pero no es algo necesario e inevitable. Tenemos medios y tenemos conocimiento.
 
¿Qué es lo que nos empuja a crecer sin cesar? Esencialmente, el crédito con interés. Cuando se concede un crédito se espera que quien lo reciba lo devuelva, y con un interés. Un porcentaje. Por ejemplo, el 2,8% anual. Es decir, capital más interés será el doble en 25 años, el cuádruple en 50 años, dieciséis veces en 100 años. Ya volvemos a estar en las mismas. Y tal necesidad de crecer nos empuja a aberraciones como el despilfarro, la obsolescencia programada o las externalidades ambientales. La única manera de escapar de este círculo vicioso no es con parches (ahorro, eficiencia, etc) sino cambiando radicalmente de modelo productivo y financiero.”
   
 
Muchas voces son las que hablan del inevitable decrecimiento a causa de la escasez en el consumo energético y de la propia escasez energética (pico del petróleo, etc), aunque como bien denuncian los expertos en estos temas, no son los gobiernos precisamente los que alzan su voz para denunciar esta problemática.
 
Llegados a este punto de no retorno la situación se presenta, por tanto, muy complicada y en un plazo muy breve de tiempo: no podremos compensar el rápido declive de los campos de petróleo en explotación y en los próximos años tendremos que aceptar ir perdiendo una cantidad significativa de nuestro consumo, y si no nos adaptamos adecuadamente producirá mucha miseria y exclusión.
 
Con los combustibles fósiles desapareciendo con rapidez, y el suministro haciéndose cada vez más caro y problemático, las esperanzas se han vuelto hacia las fuentes renovables a las que pedimos que salven «nuestro estilo de vida» más o menos en su nivel actual.
    
Desgraciadamente, la ganancia de «energía neta» de todos los sistemas alternativos –esto es, la cantidad de energía producida, comparada con la cantidad de energía (así como el dinero y los materiales) que se deben invertir para hacerla funcionar- es de lejos demasiado pequeña para empezar a sostener la sociedad industrial a sus niveles actuales. Son noticias muy sombrías y exigen grandes y rápidos ajustes de todas las partes, desde los gobiernos a las industrias e incluso las organizaciones medioambientales, algo que claramente hasta ahora no está a la vista. Hay, sin embargo, caminos viables hacia adelante, siendo el más importante y urgente la necesidad de un empuje de amplio espectro por la conservación; es solo una cuestión de realismo, flexibilidad, dedicación y algo más que un poco de humildad. Nuestro amado «estilo de vida» debe reconsiderarse y se deben apoyar alternativas más viables.
 
 
 
Pero lo más triste e indignante es que nuestros gobiernos no harán nada. Ellos solo se preocupan de lo suyo (sus relaciones intelectuales/negocios/guerras/conquistas/acaparamientos… y una larguísima lista más de favores entre las élites o más bien entre los buitres del mundo)
Es hora de despertar a la realidad, es hora de ver que el sistema no vela por nosotros, no está pensado para proteger a los ciudadanos, a las personas… está pensado para mantener una perfecta red de esclavos “tontos/felices” que no solo trabajen por ellos sino que mantengan en pie el propio entramado del sistema, con el beneplácito de todos nosotros.
A los gobernantes les es más fácil mirar hacia otro lado mientras nosotros perecemos porque ellos no conviven con nosotros, no saben nada acerca de nuestro mundo pues viven en un submundo único y exclusivo pensado por y para ellos, donde todo siempre va bien.
Puedes pensar que si nosotros caemos ellos también lo harán después, pero de echo, eso seguramente es totalmente falso, pues siempre seguirán conservando un mínimo de estatus y riqueza, ya que siempre habrá gente que a cambio de una migaja de pan den su vida por ellos…
Recuerda cualquier momento en la historia de guerra y miseria… ¿Quiénes perdían, morían y quiénes seguían viviendo como reyes?
siempre fue así ¿Por qué iba a cambiar ahora? 
 
ASÍ FUNCIONA EL MUNDO:
 
 
 
Una cosa está más que clara en este mundo: lo único que hacemos es “intentar” arreglar los millones de desastres que producimos nosotros mismos a causa de nuestro excesivo consumo, nuestros despilfarros sistémicos y las atrocidades que infligimos al planeta continuamente. Nos pasamos los días poniendo parches a problemas de todo tipo causados por las pésimas políticas llevadas a cabo y por la enorme carencia de empatía hacia nuestro propio mundo y hacia los demás.
     
Ya no se trata de nuestra supervivencia, se trata de la supervivencia del planeta entero. 
 
Algún día, en algún momento deberemos –si no lo hemos hecho ya- modificar nuestro modo de pensar, de desarrollar nuestra vida, pues hemos llegado a un punto sin retorno, éste es el fin de un ciclo y hemos de ser capaces de verlo.
 
Por todo ello el fin de nuestro malvivir se halla, una vez más, en la conciencia. No va a ser un cambio de un día para otro, no va a estallar una guerra y a reinar la paz, la armonía y la igualdad social. No. Esto va para largo, esto es un cambio que se producirá en el futuro, uno que tal vez no veamos, pero es un cambio que tarde o temprano se dará.
Y lo hará por nuestros hijos, o los hijos de nuestros hijos, porque un día el planeta entero creerá que se puede vivir de otra forma, con otros valores, otro pensar. Un día lo normal será vivir los unos por los otros, todos luchando por un mismo objetivo: desarrollar nuestro potencial en un sistema justo, igualitario y sereno que mirará por el bien de nuestro sentir, de nuestros conocimientos, para expandirlos por todo el globo y llegar a ser, algún día, un pueblo unido y feliz.
 
Debemos aferrarnos al cambio. Debemos creer en un cambio de valores para que un nuevo mundo se abra ante nosotros. Debe existir una revalorización de nosotros mismos, que nos lleve a volver a confiar en el ser humano, en nuestras posibilidades de hacer y desarrollar el bien, valorando nuestro entorno, la naturaleza, los animales, valorar de nuevo a las personas para estar más unidos, ser más justos, más generosos, compasivos… Todo ello nos llevará en muy poco tiempo a vivir de acuerdo a la verdadera naturaleza humana. Descubriendo otras formas de riqueza, mucho más enriquecedoras que las conocidas hasta ahora.
Vivir mejor en sociedad, eso nos hará mucho más felices que seguir sumidos en la rueda del consumismo, que irónicamente nos consume por dentro.
Cuando ya todo vale con tal de seguir consumiendo. Cuando las corporaciones mandan por encima de los propios hombres, por encima de todo… Esto es el cuento de nunca acabar.
Los unos solo quieren vender para ganar. Los otros solo desean comprar para creer que han ganado. El trabajo se ha convertido en un mero medio para obtener dinero que nos sirva para nuestro fin: seguir comprando.
Da igual si es un coche, una casa, un vestido o el último modelo de iPhone. La realidad es que dedicamos nuestra entera existencia al sistema.
Puedes autoconvencerte de que no eres un consumista empedernido, total solo compras lo que necesitas… ¿Seguro?
  
Desengáñate, todos compramos en exceso, todos caemos en las redes del consumo porque así nos lo han inculcado los sacerdotes del Reino Consumo.
Pero cuando nos hacemos realmente conscientes del problema… todo cambia. Es entonces cuando empezamos a actuar según nuestras verdaderas necesidades y no nos dejamos llevar por lo que todos hacen, sin más. Es entonces cuando somos realmente libres, conociendo y entendiendo la enorme problemática a la que nos enfrentamos cada día.
Y cuando hay conciencia el cambio viene solo. No hay marcha atrás, pues nos convertimos en otra persona, seguramente aquella que siempre estuvo en nuestro interior y que ni tan solo conocíamos. Y simplemente la dejamos SER. Es entonces cuando nuestro mundo se vuelve mejor y por fin nos sentimos en paz con nosotros mism@s.
      
La vida al final del Imperio
 

 
 
  
REGÁLATE UNA VIDA
 
Normalmente la gente no suele cambiar por nada. El cambio en tu vida, el cambio de manera de ver las cosas viene acompañado por “algo” que también ha cambiado en tu vida y en ti. Ese “algo” suele ser radical y aplastante: una pérdida de trabajo, un traslado de ciudad o país, cambio de pareja, de amistades, pérdida de familiar… Pero siempre son sucesos que nos marcan y nos obligan a replantearnos nuestras creencias.
 
En estos tiempos se vive de espaldas al dolor. Todo lo que nos molesta, nos duele o nos incomoda está mal visto y lo hemos repudiado a lo más hondo de nuestro ser, sin ser conscientes de que el dolor de otro, el nuestro mismo, es un proceso natural que también forma parte de esta existencia.
Las malas experiencias, aquellas que nos parecen insoportables de seguir experimentando (y que inevitablemente, no lo dudes, más tarde o más temprano llegarán a tu vida), suelen causar traumas psicológicos y emocionales, pero de ellas podemos extraer lecciones de vida que nos ayuden en este eterno camino de experiencias para siempre.
Podemos aprender de ellas y de nosotros mismos, podemos comprender sobre la vida, la gente, vivir de una manera más sincera con nosotros mismos y con los demás, comprendiendo que todos somos útiles en esta vida, que nuestro papel en el mundo es fundamental. Esa comprensión transformará tu mundo como nunca hubieras imaginado, ese cambio te transformará en alguien mejor, en un ser más humano.
 
Hemos de creer en la fuerza humana, en los seres que habitamos este planeta y que queremos cambiarlo. Podemos comportarnos de otra manera, podemos seguir aprendiendo durante toda nuestra existencia, podemos y queremos crear un modo de vida nuevo y diferente, donde la cooperación, la empatía, la armonía y las buenas relaciones se prioricen por encima de los trabajos y la absurdez sistemática de una estructura capitalista obsoleta y que va en contra de nuestra propia naturaleza. Podemos elegir.
 
La empatía, la compasión o la generosidad hacia otros no se puede forzar, no se puede enseñar, ha de salir de tu ser y es algo que todos llevamos en nuestro interior, solo debemos encender la luz de nuestros corazones para iluminar a nuestra esencia.
   
Cuando tu cambies toda tu vida cambiará junto a ti.
  
Lee lo que puedas, sobre todo aquello que te interese, te inquiete o te preocupe. Estar informados es esencial en esta vida. intenta profundizar en lo que leas, veas o escuches, no te quedes solo con el resumen o la entradilla, intenta comprender la información que esta llegando a ti, porque si te ha llegado ¡por algo será!
Sé crítico y cuestiona todo cuanto pienses o quieran hacerte pensar. Tu tienes el suficiente criterio como para pensar, discrepar o cambiar tu modo de ver las cosas.
Recuerda que todos podemos cambiar, siempre. Que nunca es tarde para aprender LO QUE SEA. Que puedes y debes vivir tu vida como quieras.
Prepárate. Espera lo mejor siempre, pero prepárate por si lo peor ocurre, por si el dolor llega a tu ser, es entonces cuando habrás de ser más fuerte y aplicar todos tus conocimientos, es entonces cuando la vida te pondrá a prueba y cuando más susceptibles somos de perecer. Sé valiente, nadie ni nada puede arrebatarte tu fortaleza interior.
 
Puedes seguir adelante o puedes rendirte. Esa es tu elección.

  
Discurso de Charles Chaplin en El Gran Dictador 1940
 









Los amos del mundo - Artículo de Arturo Pérez-Reverte

Comparte esta entrada

votar