La verdad no es para aquellos que son respetables, ni para aquellos que
deseen su propia expansión, su propia realización. La verdad no es para
los que están buscando seguridad, permanencia, porque la permanencia que
buscan no es sino lo opuesto de la impermanencia. Estando atrapados en
la red del tiempo, buscan lo permanente, pero lo permanente que buscan
no es lo real, ya que es producto de su pensamiento. Por lo tanto, el
hombre que quiera descubrir la realidad, debe dejar de buscar, lo cual
no quiere decir que deba contentarse con lo que es.
Por el contrario, un hombre empeñado en el descubrimiento de la
verdad, debe ser internamente un revolucionario completo. No puede
pertenecer a ninguna clase social, a ninguna nación, a ningún grupo, a
ninguna ideología o religión organizada, porque la verdad no se
encuentra en el templo ni en la iglesia, no puede hallársela en las
cosas hechas por la mano o por la mente. La verdad se manifiesta sólo
cuando las cosas de la mano o de la mente son puestas a un lado, y poner
a un lado las cosas de la mano o de la mente no es una cuestión de
tiempo. La verdad llega a quien está libre del tiempo, a quien no usa el
tiempo como un medio de expansión propia. El tiempo implica memoria del
ayer, memoria de mi familia, de mi raza, de mi carácter particular, de
la acumulación de experiencias propias que componen el «yo» y «lo mío».
J. Krishnamurti - "El libro de la vida"