“Traten de verse a sí mismos, porque no se conocen. Deben darse cuenta de este riesgo; el hombre que trata de verse a sí mismo puede ser muy infeliz, porque verá muchas cosas malas, mucho que querrá cambiar, y ese cambio es muy difícil. Es fácil empezar, pero una vez que hayan abandonado su silla, será muy difícil conseguir otra, y esto puede causar una desdicha muy grande”
George I. Gurdjieff
Relacionamos el YO con nuestra mente, nuestra conciencia, con el alma o el Ser mismo. El yo se alza como uno de los cuestionamientos fundamentales de la humanidad, aunque en estos días que corren parece haber pasado de moda y son muy pocos aquellos que se preguntan a sí mismos por tal transcendental asunto.
Debemos tener muy presente que nuestro querido yo ha sido motivo de estudio y análisis en el contexto de la ciencia, la religión y la parte más espiritual de la sociedad, a menudo representada por eruditos y gurús de todo tipo.
Todos ellos junto a millones de seres con una pizca de curiosidad y ansia por descubrir quiénes somos, han intentado dilucidar la eterna incógnita de tan especial atributo humano a lo largo de nuestra historia.
Pero verdaderamente ¿Qué es el YO?
Observémoslo a través del sabio pensar del eterno maestro de maestros Jiddu Krishnamurti:
¿Sabemos qué entendemos por el "yo"? Por ello entiendo la idea, el recuerdo, la conclusión, la experiencia, las diversas formas de intenciones nombrables o innominables, el constante empeño por ser o por no ser, la memoria acumulada de lo inconsciente: lo racial, el grupo, lo individual, el clan y la totalidad de tales cosas, ya sea proyectada hacia afuera en acción, o proyectada espiritualmente como virtud. El esforzarse por todo eso es el "yo". En ello se incluye la rivalidad, el deseo de ser. El proceso íntegro de todo eso es el "yo"; y realmente sabemos, cuando nos enfrentamos con ello, que es cosa maligna. Empleo la palabra "maligna" intencionalmente, porque el "yo" es causa de división, el "yo" nos encierra en nosotros mismos; sus actividades, por nobles que sean, son separativas y aisladoras. Esto lo sabemos. También sabemos que son extraordinarios los momentos en que el "yo" no está presente, en que no hay sensación de empeño, de esfuerzo, lo que ocurre cuando hay amor.
Paréceme importante comprender como la experiencia fortalece el "yo". Si somos serios, deberíamos comprender este problema de la experiencia. Ahora bien, ¿qué entendemos por experiencia? En todo momento tenemos experiencias, impresiones; y esas impresiones las interpretamos, y reaccionamos ante ellas; o actuamos de acuerdo con esas impresiones; somos calculadores, astutos, y lo demás. Hay constante influencia reciproca entre lo que se ve objetivamente y nuestra reacción ante ello, y acción recíproca entre lo consciente y los recuerdos de lo inconsciente.
Conforme a mis recuerdos, reacciono ante cualquier cosa que veo, ante cualquier cosa que siento. En este proceso de reaccionar ante lo que veo, lo que siento, lo que sé, lo que creo, la experiencia se va produciendo. ¿No es así? La reacción ante la respuesta de algo visto, es experiencia.
Está luego la proyección de diversos deseos. Deseo estar protegido, tener seguridad interior; o deseo tener un Maestro, un guía espiritual, un instructor, un Dios; y experimento aquello que he proyectado. Es decir, he proyectado un deseo que ha tomado una forma, al cual le he dado un nombre; ante eso reacciono. Es mi proyección. Es mi nominación. Ese deseo que me brinda una experiencia, me hace decir: "he experimentado", "me he encontrado con el Maestro", o bien "no he encontrado al Maestro". Ya conocéis todo el proceso de nombrar una experiencia. El deseo es lo que llamáis "una experiencia". ¿No es cierto?
Quiero comprender qué es la Verdad; ese es mi deseo, mi anhelo. Luego está mi proyección de lo que considero que es la verdad, porque he leído mucho al respecto, he oído hablar de ella a mucha gente; las escrituras religiosas la han descrito. Deseo todo eso. ¿Qué ocurre? La misma demanda, el deseo mismo, es proyectado; y experimento porque reconozco ese estado proyectado. Si no reconozco ese estado, no lo llamaría verdad. Lo reconozco y lo experimento. Esa experiencia da vigor al "sí mismo", al "yo".
La experiencia, pues, está siempre fortaleciendo el "yo". Cuanto más atrincherados estáis en vuestra experiencia, tanto más se fortalece el "yo". Como resultado de esto, tenéis cierta fuerza de carácter, de conocimiento, de creencia, de lo que hacéis gala ante otras personas porque sabéis que no son tan avisados como vosotros, y porque vosotros tenéis el don de la pluma o de la palabra y sois astutos. Es porque el "yo" sigue actuando en vuestras creencias, vuestros Maestros, vuestras castas, vuestro sistema económico, como un proceso de aislamiento, y por lo tanto todo ello trae contienda. Si en vosotros hay alguna seriedad o fervor al respecto, debéis disolver este centro completamente, y no justificarlo. Es por eso que debemos comprender el proceso de la experiencia.
¿Es posible que la mente, que el "yo", no proyecte, no desee, no experimente? Vemos que todas las experiencias del "yo" son una negación, una destrucción; y, sin embargo, a las mismas les llamamos "acción positiva". ¿No es así? Eso es lo que llamamos "modo positivo de vida". Deshacer todo ese proceso es lo que llamáis negación.
De suerte que nuestra acción, desde el comienzo hasta el fin, es la misma acción; sólo que nosotros creemos que ella evoluciona, crece, se vuelve más y más bella; pero, si lo observáis, interiormente, es la misma acción que prosigue, el mismo "yo" que funciona en diferentes niveles con diferentes rótulos, con diferentes nombres.
Cualquier cosa creada por la mente, lo es en un circulo, dentro del ámbito del "yo".
Jiddu Krishnamurti
Jiddu Krishnamurti
Entonces, si solo nos fijamos en el YO, vemos que es una mera herramienta de nuestra mente que nos sirve para distinguirnos de “los otros”, para priorizar nuestra individualidad por encima de la colectividad y así poder realizar nuestra experiencia vital de forma única.
Pero nuestro YO también es aquello que nos hace pensar en demasía en nuestro propio beneficio, es la presencia del EGO, aquello de lo que se han servido y se sirven “los controladores” (quienes dirigen nuestro mundo desde sus intocables, variadas y cómodas posiciones de PODER) para influenciarnos, condicionarnos y finalmente manipularnos a través de diferentes técnicas propias del sistema actual en el que estamos inmersos —esto es, a base de DESeduciación/programación, DESentretenimiento/distracción de las masas y mucha, mucha PROPAGANDA— y que nos lleva directamente al individualismo más severo y absoluto, y con ello, a la autodestrucción/desvalorización de cualquier otro atributo humano, cual ose prevalecer por encima de nuestro EGO artificialmente editado, del que somos esclavos mentales.
¿Somos capaces de observar nuestra mente hasta el punto de ser sinceros con nosotros mismos y reconocer nuestro condicionamiento y el poderoso imperio del YO?
Nuestro YO o EGO es insaciable, impaciente, intolerante, feroz e inhumano, la mayor parte de su agotadora existencia.
El YO se cree en el poder de la verdad absoluta y reclama nuestra atención demandando todo tipo de cosas, casi siempre de naturaleza material, con el único fin de sentirse el Rey del mundo, aunque solo sea por unos efímeros segundos. Así, quienes se dejan embaucar por los deseos del EGO residen habitualmente en el denso universo del “yo quiero esto, yo quiero lo otro” o “yo no quiero esto o aquello”, entre los que se encuentra la mayoría de seres humanos, sobre todo del primer mundo, dado el sistema que nos han montado “¡especialmente para nosotros!” y al que nos hemos entregado sin pestañear gracias a nuestro querido YO.
Esta insaciable debilidad humana nos ha llevado a un estado de puro egoísmo donde solo nos preocupa continuar en los primeros puestos de moda, aquellos que son artificialmente adorados, admirados y anhelados por los demás ególatras que forman parte del mismo “juego”. ser los más de todo y en todo —en todo lo que se considere la última tendencia, ¡claro!— es la meta a seguir en esta sociedad.
De poco sirve ser bondadoso, sabia, generosa, tolerante, imaginativo o noble, porque hoy se vive para satisfacer los antojos del YO por encima de todo. Prevalece la sociedad a la que llaman de igualdad cuando en realidad quieren decir de copias únicas. Replicantes que se copian unos a otros para parecer ser iguales, donde todos quieren ser como todos y se premia lo igual por encima de lo diferente; y es precisamente en la diferencia donde reside la esencia humana, porque la diferencia nos abre un mundo repleto de nuevas y preciosas posibilidades donde existir en plenitud, donde evolucionar juntos pero con nuestra peculiaridad, diversidad de pensamiento, inquietud, gusto e imaginación personal de cada uno de nosotros.
Lo que convencionalmente llamamos "amor" es una estrategia del ego para evitar rendirse. Estás buscando a alguien para que te dé eso que sólo puede venirte en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. El idioma español es el más honesto a este respecto. Utiliza el mismo verbo 'querer', para decir "te amo" y "te quiero". Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo, ningún deseo de poseer o que tu pareja cambie. El ego escoge a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de "no suficiente", de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado subyacente en los seres humanos, que es inseparable del estado egoico.
Cuando el ego escoge algo y dice "yo amo" esto o aquello, es un intento inconsciente de ocultar o eliminar los sentimientos profundos que siempre acompañan al ego: el descontento, la infelicidad, la sensación de insuficiencia que es tan familiar . Por un tiempo, la ilusión realmente funciona. Pero entonces, inevitablemente, en algún momento, la persona que has elegido, o has hecho especial a tus ojos, deja de funcionar como una tapadera para tu dolor, el odio, el descontento o la insatisfacción que tienen su origen en la sensación de insuficiencia y de sentirse incompleto. Entonces, surge la sensación que estaba oculta, y se proyecta sobre la persona que había sido elegida y hecha especial – quien pensabas que en última instancia iba a "salvarte". De repente, el amor se convierte en odio. El ego no se da cuenta de que el odio es una proyección del dolor universal que sientes dentro. El ego cree que esta persona es la causa del dolor. No se da cuenta de que el dolor es el sentimiento universal de no estar conectado con el nivel más profundo de tu ser – no ser uno con uno mismo.
Eckhart Tolle
No importa qué tan inteligente, qué tan dotado, qué tan brillante sea un hombre, si él no cambia su opinión acerca de él mismo, estará perdido para el desarrollo interior, para el trabajo basado en el conocimiento de sí mismo, para una evolución real. Permanecerá tal y como es toda su vida.La primera demanda, la primera condición, la primera prueba para el que quiere trabajar sobre sí mismo, es cambiar su apreciación de él mismo. Él no puede sólo imaginarlo, o simplemente creer o pensar acerca de ello, sino "ver" en la actualidad cosas en él mismo que no había visto antes, realmente verlas. Su opinión acerca de él mismo nunca cambiará, mientras no vea dentro de él mismo. Y para poder ver, tiene que aprender a ver, y esta es la primera iniciación del hombre dentro del conocimiento de él mismo.
Antes que cualquier otra cosa, tiene que saber a qué mirar. Y una vez que lo conozca, tendrá que hacer esfuerzos, focalizar su atención, y mirar constantemente, con tenacidad. Por mantener su atención sobre eso, por no olvidarse acerca del mirar, quizás un día podrá llegar a ver. Si él ve una vez, puede ver otra vez, y si es repetido, no podrá ignorar el ver. Este es el estado del mirar en nuestras propias observaciones; es a partir de esto que el verdadero deseo, el deseo de evolucionar, nacerá. De fríos nosotros llegaremos a ser calientes, vibrantes; seremos tocados profundamente por nuestra propia realidad.
Hoy sólo tenemos la ilusión de lo que nosotros somos. Nos sobrestimamos a nosotros mismos. No nos respetamos a nosotros mismos.
Traten por un momento de aceptar la idea de que ustedes no son lo que piensan que son, que se sobrestiman a ustedes mismos, y que por lo tanto, se mienten a ustedes mismos. Que ustedes siempre se mienten a ustedes mismos, a cada momento, a todo lo largo del día, durante la totalidad de su vida. Que la mentira los regula hasta el extremo de que ustedes no pueden controlarla nunca más. Ustedes son su víctima.
Ustedes mienten en todas partes. Sus relaciones con los otros, mienten. La educación que ustedes están dando, sus hermosas convicciones, mienten. Su erudición, miente. Sus teorías, su arte, mienten. Su vida social, su vida familiar, todo miente. Y lo que ustedes piensan de ustedes mismos, también miente.
Ustedes mienten en todas partes. Sus relaciones con los otros, mienten. La educación que ustedes están dando, sus hermosas convicciones, mienten. Su erudición, miente. Sus teorías, su arte, mienten. Su vida social, su vida familiar, todo miente. Y lo que ustedes piensan de ustedes mismos, también miente.
Pero ustedes no detienen lo que están haciendo, ni lo que están diciendo, porque ustedes creen en ustedes. Ustedes tienen que detenerse internamente y observar. Observar sin prejuicios.
Y mientras, acepten por un tiempo esta idea de la mentira. Y si ustedes observan de esta manera, pagando por ustedes mismos, sin autocompasión, por dar todas sus riquezas por un instante de realidad, quizás algún día, ustedes verán repentinamente algo en ustedes que no habían visto con anterioridad. Verán a otro diferente de lo que ustedes pensaban que eran. Verán que ustedes son dos. Uno que no es, pero que toma el lugar y juega el rol del otro. Y el otro que es, pero que es débil y tan inconsistente, que con sólo ponerlo al frente desaparece inmediatamente. Éste no puede soportar la mentira. La menor mentira lo mata. Éste no pelea, no resiste, es vencido por adelantado.
Y mientras, acepten por un tiempo esta idea de la mentira. Y si ustedes observan de esta manera, pagando por ustedes mismos, sin autocompasión, por dar todas sus riquezas por un instante de realidad, quizás algún día, ustedes verán repentinamente algo en ustedes que no habían visto con anterioridad. Verán a otro diferente de lo que ustedes pensaban que eran. Verán que ustedes son dos. Uno que no es, pero que toma el lugar y juega el rol del otro. Y el otro que es, pero que es débil y tan inconsistente, que con sólo ponerlo al frente desaparece inmediatamente. Éste no puede soportar la mentira. La menor mentira lo mata. Éste no pelea, no resiste, es vencido por adelantado.
Aprendan a mirarse hasta que ustedes hayan observado la diferencia entre sus dos naturalezas, hasta que ustedes hayan visto la mentira, el impostor en ustedes. Cuando ustedes lleguen a ver sus dos naturalezas, ese día, en ustedes, la verdad habrá nacido.
Jeanne de Salzmann
NO TE JUZGUES… SOLO OBSÉRVATE
En otra ocasión plantearemos la posibilidad de que estemos siendo utilizados —mejor dicho, que nuestro YO/EGO esté siendo manipulado— por la poderosa tela de araña de psicópatas que rigen el mundo. Pero eso será en un próximo artículo… Mientras tanto ¡sed buenos con vosotros mismos para poder ser buenos con los demás!