“El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas”
Li Tai-Po
El arte de Damian Loeb es original e inconfundible. El artista autodidacta nacido en Connecticut y afincado en New york, nos ilustra nuestro mundo e incluso se atreve a pintar pequeñas parcelas del inmenso universo, con exquisito gusto.
A sus 43 años, Damian se refugia en su estudio neoyorquino, prácticamente sumido en la penumbra, acompañado de un sistema informático con siete monitores, que le muestran imágenes en directo de al menos cinco cámaras de alta definición, que constantemente hacen el seguimiento de la parte superior de la vivienda, de la calle, e incluso del techo del edificio. Numerosos iPhones y varias cámaras réflex también forman parte del arsenal del artista que le sirven para elaborar sus estupendas pinturas.
Las pinturas, como dice Loeb, son una oportunidad para "articular los sentimientos e ideas del autor y del público de una manera sustancial y duradera", una cualidad esta, que a menudo se pasa por alto o se pierde en nuestro maravilloso, abrumador, e inmediatamente satisfactorio mundo digital"
"Siempre he estado interesado en que la gente observe la imagen y sea consciente de su reacción, y luego piense en el estilo". Loeb dice que su trabajo sólo puede completarse cuando "adquiere vida propia", cuando ya no es sólo una traducción de la fotografía original. "Tengo que asumir que todo el mundo interpreta una obra de arte, que están expuestos a que sea perfecta en su totalidad, sin saber nada de su historia de fondo"
www.damianloeb.com